martes, 8 de septiembre de 2009

“Es necesario romper el peronómetro”

Entrevista a Eduardo Jozami, autor de Dilemas del peronismo.
Político y académico, en su último trabajo asegura que el kirchnerismo se encuentra en la encrucijada de optar entre la gobernabilidad y la profundización de su proyecto. Y augura más de un candidato justicialista para las elecciones de 2011.
Ex frepasista. Jozami integró junto a Carlos “Chacho” Álvarez la experiencia del peronismo disidente de los noventa.
“El peronismo, crece o perdura, pero no es exactamente una cáscara vacía, tiene una cultura y una identidad propia, aunque cada vez es más difícil relacionarla con un proyecto político definido. Además, en los últimos años se instaló la idea de que es necesario algún tipo de pertenencia al peronismo para poder gobernar. Y por eso todos se dicen peronistas, el caso más flagrante es el de Francisco de Narváez, que compra la biblioteca de Perón porque tiene mucha plata; entonces, se hace peronista. Es como el gordito que se compra la pelota”.
La frase pertenece a Eduardo Jozami, periodista, escritor, docente universitario, ex legislador y autor del reciente libro Dilemas del peronismo. Ideología, historia política y kirchnerismo.
–El principal problema para trabajar el peronismo es la imposibilidad o multiplicidad de definición ¿no?–
La gran ruptura se produjo a partir de Carlos Menem, porque antes, a pesar de los tremendos conflictos que hubo entre el sindicalismo, López Rega, Montoneros, había ciertas cosas reivindicadas por todos. Desde el simbolismo de abrazarse con el almirante Isaac Rojas hasta la adopción de la economía neoliberal, el menemismo produjo un quiebre respecto de la tradición, pero aceptada por el 95 por ciento de la dirigencia justicialista. Eso dio pie a diversas interpretaciones, en parte desacertadas. La más apologética decía: esto es lo que exige hoy la realidad internacional, Juan Perón era un pragmático, gobernó con el nacionalismo en el 45 y ahora Menem, después de la caída del Muro, hace lo que hay que hacer. Para esa versión, el peronismo era la adaptación pasiva de los cambios internacionales. Otra visión fue la del Frepaso, que terminó pensando que como Menem había vaciado el peronismo, y ya no podía salir nada interesante, los rescatables tenían que venir a esta nueva estructura. Pero eso entró en contradicción cuando se produjo la alianza con los radicales. Kirchner mostró que había en el peronismo sectores que seguían pensando en políticas nacionales y populares. Lo que me parece es que el Partido Justicialista en su generalidad dejó de ser una herramienta de transformación.
–¿Cuál es el dilema del peronismo?–
Es que el kirchnerismo, por cuestiones de gobernabilidad, no puede prescindir del partido, no puede apartarse de la tradición nacional, pero después de las elecciones del 28 de junio, demuestra que dentro del PJ difícilmente ese proyecto pueda ser hegemónico.
–Pero esa hegemonía tampoco parece notarse en el electorado peronista que puede votar tanto a Cristina como a De Narváez.–
Es que es una identidad muy presente, pero muy diluida. La gente está más dispuesta a votar a un peronista que a otra cosa, pero la fidelidad se ha relativizado bastante. ¿Por qué la gente de tradición peronista voto a De Narváez?, ¿por qué cree que De Narváez es peronista? Yo creo que no. No vota porque uno es más auténticamente peronista que otro. Las lealtades son efímeras. Hay una cultura peronista donde algunos valores se mantienen y apelan a un contenido simbólico.
–¿Y el dilema del kirchnerismo?–
Su situación es complicada porque se le pide dos cosas que podrían ser contradictorias: por un lado, que defina más claramente el proyecto político para que el kirchnerismo no se diluya; pero, por otro, que Cristina asegure la gobernabilidad hasta 2011. Definir y darle coherencia al proyecto significa más conflicto con el PJ, y la gobernabilidad depende de diputados senadores y gobernadores del PJ, no de Carta Abierta.
–La acusación que se le hace al kirchnerismo de que no son peronistas surge del propio PJ.–
El peronismo vivió una crisis profunda en 1973 con la vuelta de Perón, cuando la izquierda y la derecha se acusaban de no ser peronistas. Pero hoy es necesario romper el peronómetro. Hay peronistas que miran al poder económico y la Iglesia, por ejemplo, y otros que miran hacia políticas sociales y tienen una mayor preocupación por la redistribución del ingreso. Los que acusan a los K de ser montoneros se olvidan de que esa tendencia tiene tanta tradición dentro del peronismo como la otra. ¿Se puede recomponer anulando estas diferencias? Difícil que pueda hacerlo detrás de un único candidato en 2011.
Hernán Brienza ( critica digital)
08.09.2009

domingo, 6 de septiembre de 2009

Adhesión al tratamiento de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en Mercedes

A esta nota la acompañamos con los fundamentos (21 puntos) www.coalicion.org.ar de dicho proyecto en los cuales trabajaron mas de 300 organizaciones sociales , profesionales, federaciones de la comunicacion etc.

jueves, 3 de septiembre de 2009

"SI SE QUEDAN EXPORTANDO TRIGO Y CARNE, VAN A ESTAR RELEGADOS FRENTE AL RESTO DEL MUNDO"


ENTREVISTA A HA JOON CHANG, GURU DE LA HETERODOXIA ECONOMICA
Por Nadia Lazarowski
El economista coreano considera que nuestro país debe dejar atrás el viejo modelo agroexportador y encarar una fuerte política industrial. Pero recomienda que los bajos salarios no sean la ventaja competitiva. “Argentina no es China”, sostuvo. Consultado sobre la posibilidad de que se produzca una integración económica en América Latina, el especialista dijo que “hay que ser realistas” y advirtió que no se producirán grandes cambios en los próximos tres años.


“La protección no garantiza el desarrollo, pero el desarrollo sin ella es imposible”, sostiene Ha Joon Chang. El economista y profesor de la Universidad de Cambridge es uno de los intelectuales más destacados de la teoría heterodoxa contemporánea. En libros como Pateando la escalera y ¿Qué fue del buen samaritano?, advierte que muchos países centrales ocultan su pasado proteccionista, mientras recomiendan recetas liberales a los emergentes. Chang visitó nuestro país y estuvo en el cierre del Congreso de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA). Al finalizar su exposición, dialogó sobre el modelo económico nacional y la situación de América Latina.


—Actualmente en nuestro país existe una fuerte discusión sobre el modelo productivo. Mientras algunos sectores sostienen que la actividad agroexportadora debe liderar la economía, otros pugnan por un mayor desarrollo industrial. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Cien años atrás la economía del país se basaba en las exportaciones de trigo y carne. La Argentina creció en base a ese modelo, pero esto ya pertenece al pasado. Si deciden quedarse exportando trigo y carne, van a quedar relegados respecto al resto del mundo. La actividad primaria no asegura un buen estándar de vida a la población, porque tiene poco valor agregado y baja capacidad de generación de empleo. Este sector puede llegar a ofrecer un aumento rápido de la productividad en el corto plazo. Pero su crecimiento tiene un techo. En los últimos cien años, el predominio del modelo agroexportador y la falta de una estrategia industrial hicieron que Argentina perdiera la oportunidad de estar entre las principales economías del mundo. Por eso es muy importante que se plantee este debate, siempre que sea en el marco de un diálogo abierto.


—¿Cree que la Argentina puede encarar una estrategia productiva?
—Lo que ustedes necesitan es impulsar el desarrollo industrial, y pienso que están en condiciones de hacerlo. Pero la competitividad no debe basarse en los bajos salarios, como sugieren los modelos liberales. La Argentina no es China. El bajo valor de la mano de obra no es una buena ventaja competitiva. El país debe invertir en tecnología, apostar a la producción con alto valor agregado. Para esto hace falta un Estado activo, que aliente y que promueva la investigación. Es un camino más difícil, sin dudas, pero resulta la única manera de encarar un verdadero crecimiento.


—¿Qué medidas deberían aplicarse para alentar a la industria?

Las políticas proteccionistas definitivamente van a ayudar a que el sector productivo se desarrolle. Por supuesto que todo proteccionismo encuentra hoy un límite en las restricciones que impone la Organización Mundial de Comercio (OMC). Por eso toda estrategia debe tener en cuenta este escenario. Es importante impulsar la industria sin violar las normas. No hay que olvidar que Argentina también forma parte del MERCOSUR y que debe respetar las políticas comerciales del bloque.


—¿Frente a la crisis mundial, es posible construir una estrategia regional en América Latina?—

La crisis global podría ser una oportunidad para la integración. Pero sinceramente no creo que se produzcan grandes cambios en el corto plazo. Cuando hablamos de una estrategia conjunta en América Latina, tenemos que estar pensando en un proyecto de acá a 50 años. Lamentablemente las economías de la región todavía no están suficientemente desarrolladas como para encarar un modelo conjunto al estilo europeo. La mayoría de los países aún depende de la exportación de commodities. Y la realidad es que no se puede construir un futuro de prosperidad basado en el intercambio de bananas (risas). Lo que hace que la Unión Europea sea efectiva es la diversificación productiva. Es eso lo que construye relaciones duraderas. En América Latina, en cambio, la integración es muy difícil. Muchos países tienen economías similares. Falta diversificación para lograr complemento y no competencia.


—¿Qué puede hacer la región en esta etapa?

Hay que ser realistas. Un modelo como el europeo no se va a producir en el corto plazo. Antes de pensar en la integración, Argentina y el resto de los países deberían enfocarse en el desarrollo de su propia industria. Aunque también sería bueno que se empezara a practicar una suerte de división del trabajo entre las diferentes economías. Brasil, por ejemplo, desarrolló una importante industria aeronáutica. Probablemente ningún otro país de la región pueda hacerlo. Argentina, por su parte, tiene un fuerte sector textil. Creo que cierto nivel de complementariedad puede lograrse en esta etapa. El problema es el sustento político para un proyecto de ese tipo. Estamos hablando de procesos lentos y muy complejos.


gentileza Revista ZOOM

No hay parto que no sea doloroso


Por Mempo Giardinelli

En medio de la crispación general y con visiones apocalípticas por parte de quienes temen ver afectados sus intereses, el proyecto presidencial de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual está por ser debatido en el Congreso como una de las leyes fundamentales que normarán la República en los próximos años.
Eso mismo explica la pasión con que se ataca, desvirtúa y distorsiona el proyecto. La ya frecuente actitud de oposición a todo lo que sale de la Rosada enturbia, antes que esclarece, una discusión seria. Y es que este debate es tan importante que puede decirse que estamos asistiendo a un final de época. Y ya se sabe que no hay parto que no sea doloroso.
El proyecto que envió el Ejecutivo responde a las expectativas que muchos comunicadores planteamos a lo largo de 25 años de democracia. La legislación de la dictadura, todavía vigente, es hoy un mamarracho jurídico insostenible, no sólo por su origen sino por las sucesivas enmiendas de todos los presidentes desde Alfonsín en adelante, incluyendo al binomio Kirchner, que sólo sirvieron para favorecer los intereses de empresarios amigos del poder de turno.
Pero también contiene, es cierto, puntos oscuros que deberán perfeccionarse en bien de la democracia y la información. Por caso, contemplar frenos estrictos a toda posible discrecionalidad y establecer controles plurales y democráticos. En ese sentido está muy bien que la oposición reclame cambios, garantías y seguridades antiautoritarias.
Pero lo que no está bien son las chicanas dilatorias. Esta ley puede y debe ser discutida en el Congreso, ahora mismo, porque es un parlamento válido y porque además el argumento de "esperar al 10 de diciembre" es demasiado sospechoso de posibles nuevos cajoneos.
Es indispensable, y urgente, que esta nueva ley se sancione porque moderniza y porque aún con sus posibles fallas es de claro sentido antimonopólico y democratizador.
La libertad de crítica y condena al Gobierno que hay en este país es única, inédita hasta ahora, y eso es buenísimo. Por eso las comparaciones con Venezuela son absurdas y ciertas histéricas reacciones, como estamos viendo, son patéticas: niegan, silencian, recortan y censuran, mientras dicen que está en peligro la libertad de expresión. Es lo que han hecho siempre.
Por su lado, el Gobierno tendrá que aflojar en puntos esenciales para merecer el apoyo incluso de sectores que hoy, por no quedar "pegados" con los K, son capaces de alinearse con lo más reaccionario del país. Hará falta mucha sabiduría y delicadeza para no cometer los errores de otras veces.
Pero hay que confiar en este debate, estimularlo y estar alertas como sociedad, aunque no de manera paranoica ni belicista. Ya hemos ganado muchísimo los argentinos: discutir esto que hoy discutimos era impensable hasta hace sólo cinco años. Enhorabuena.

el autor es escritor . y la nota la realizó para La Nación ( esperemos que el socio de Clarinete no nos haga una denuncia por colocarla en el blog ......)

domingo, 30 de agosto de 2009

SANTA AYUDA HASTA AHÍ NOMAS

El clarinete publica en su edición online esta nota acerca de las palabras del arzobispo Agustín Radrizzani, titular de la Comisión de Comunicación Social del Episcopado en la reuniòn mensual de ADEPA que agrupa a los propietarios de grandes medios de prensa.
El arzobispo dijo que es "preferible" que el debate en el Congreso sobre la iniciativa del Gobierno nacional se produzca luego del recambio legislativo, en linea con la oposición seguidista de los intereses monopólicos, "para garantizar la pluralidad de ideas".

Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Luján y vicepresidente segundo del Episcopado, ya en otras ocasiones ha expresado sus reparos en contra del proyecto de ley de SCA, no son ninguna novedad estas palabras. Sin embargo, el arzobispo estimó que que "es necesario una nueva ley de radiodifusión", y precisó que esa normativa debería "respetar la libertad de expresión y ser lo más plural posible".

Bien, si estos son los argumentos no tienen ninguno. Argumentar que "no es el momento" o que "esto deberìan tratarlo los diputados que entran el 10 de diciembre" a la vez que se opina que es necesario una nueva ley es una muestra que todos aquellos que impulsan el cambio de la norma que regula los servicios de comunicación audiovisuales tienen buena parte de la pelea ideológica ganada.

Que ADEPA, Clarín y demás recurran a la santa ayuda que al lado de cuestionar la composición actual del Parlamento menciona la necesidad de una nueva legislación seguramente les debe dejar un gusto amargo.

por Néstor Sbariggi

sábado, 29 de agosto de 2009

ECONOMIA Y ESCANDALO. NOTA DE REFLEXION.

Por Carlos Leyba*
El título económico de la semana que logró desplazar al del conflicto agropecuario y al del aumento de las tarifas de gas, fue la mención al escándalo de la pobreza que realizó el Santo Padre Benedicto XVI. Para la moral cristiana, para la Doctrina Social de la Iglesia , la pobreza, cualquiera sea el lugar y dimensión que tenga es un escándalo. Para la doctrina cristiana la pobreza sólo es virtud cuando es elegida en libertad. El Abate Pierre, fundador de Emaús, decía “quien no puede desprenderse de las cosas que tiene, no las posee, es poseído por ellas”. En esos términos la pobreza refleja el don de la libertad. Cierto. Pero no es esa la pobreza de la que hablaron el Papa, Néstor Kirchner, la oposición, el Cardenal Bergoglio, la CTA. No. Todos hablamos y estamos preocupados por el nivel y la resistencia de la pobreza en el Siglo XXI en la Argentina. La pobreza es consecuencia del desorden y la contradicción en la vida colectiva. Pobreza y despilfarro. Pobreza e inequidad. Son términos de la pobreza que escandaliza. Para resaltarlo si decimos pobreza y austeridad o pobreza y equidad, suena diferente. Estamos preocupados por la pobreza como carencia de los bienes y servicios imprescindibles para sostener una vida digna a la altura de nuestro tiempo. Una buena pregunta es ¿de qué pobreza estamos ocupados? Las palabras del Cardenal en el día de San Cayetano apuntaban a señalar que no nos estamos ocupando de la que tenemos delante de nuestros ojos. Los números lo indican. Pero además podemos agregar que la pobreza tal como la estamos viviendo en nuestro país responde a problemas sistémicos propios de una organización política, económica y social que o la produce o no la evita. El capitalismo, de este y el pasado siglo, ha podido en muchos países avanzados e incluso en otros que no lo son tanto, producir o evitar la generación de sociedades en las que la pobreza es sólo, en cierto modo, una excepción. No es nuestro caso hoy. Pero de alguna manera lo fue hace sólo 35 años. Volveremos sobre esto. La definición de la pobreza y la determinación de quiénes y cuántos son los pobres, en un determinado momento histórico y en una determinada geografía, no es una cuestión sencilla. Podemos caracterizar de manera diferente a la pobreza urbana, que es la que ha estallado en nuestro país en los últimos años; y podemos poner la mirada en la pobreza rural que, teniendo otras características, nos acompaña tal vez de hace muchos más años. Existe consenso acerca de que la medida del crecimiento, el aumento del PBI per cápita, no refleja adecuadamente el progreso de la sociedad. El cálculo del Indice de Desarrollo Humano (IDH), realizado por las Naciones Unidas, es un intento de aproximarse a medir el progreso social. Una economía puede crecer, en el sentido del aumento del PBI, y sin embargo no progresar, en el sentido de la medición del IDH. En una sociedad el crecimiento o aún el estancamiento del número de personas debajo de la línea de pobreza, es una medida de la regresión o de la decadencia social; es decir, de la pérdida de progreso. En ese sentido la convivencia del crecimiento de la economía, medida por el PBI, y del crecimiento de la pobreza, medida por el número de pobres, es no sólo el testimonio de un estado de decadencia o regresión social, sino una medida del escándalo. Pasando al terreno de las precisiones debemos señalar que no es fácil determinar el límite estadístico entre los que son y no son pobres. No es un problema menor porque, de alguna manera, ese límite estará determinado por visiones diferentes acerca de qué, cuánta y cuál carencia hace que a una persona la consideremos pobre. Estamos introduciendo una cuestión que se puso en la primera plana a partir de la alocución del Papa que, a su vez, vino a cuento de la tradicional colecta Más por Menos de Cáritas Argentina. Vayamos a la cuestión de los pobres en nuestro país. El hoy más que cuestionado INDEC sostiene que de acuerdo a los cómputos de precios e ingresos de la colecta de información que realiza periódicamente, el número de personas que en el país se encuentran en situación de pobreza alcanza al 15 por ciento de la población. Este porcentaje es más que duplicado por la mayoría de los analistas. El ex presidente Néstor Kirchner, el día jueves, comentando las declaraciones de Su Santidad, señaló que el número de pobres alcanzaba al 23 por ciento de la población. Por su parte la consultora Equis, del sociólogo oficialista Artemio López, estima que el porcentaje de la población debajo de la línea de pobreza es del 30 por ciento; la consultora SEL que dirige el economista Ernesto Kritz, ha estimado la pobreza en aproximadamente 32 por ciento y cifras similares estimo la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Finalmente, un centro de investigaciones de la UCA ha calculado la pobreza en el orden del 40 por ciento. La determinación de esos porcentajes depende, como dijimos, primero de a quién consideramos pobres y segundo de la fidelidad del método y de la información. Siempre hay diferencias de criterio, pero discrepancias de este nivel respecto de un dato estadístico son absolutamente inéditas. Y esto en sí mismo es un problema de extrema gravedad porque distorsiona el diagnóstico, el diseño y la evaluación de las políticas. Sabemos que hay muchos pobres, nuestras anécdotas de vida lo certifican, y no hay precisión de cuántos son, las cifras mencionadas también lo certifican. Para el INDEC los pobres son 6 millones; para Néstor Kirchner más de 8; para la consultora más oficialista 12 millones, lo mismo para la de mayor prestigio para estos temas en la City y para la CTA ; y finalmente para la UCA , estamos cerca de 16 millones. El ex Presidente, no sin razón, señala a la vez que durante estos años se han logrado fuertes reducciones en la pobreza si partimos de 2001/2002. ¿Pero son esos números derivados de la implosión de la crisis de la convertibilidad la base de una comparación relevante para, por ejemplo, medir el progreso? ¿O deberíamos observar el presente y pensar el futuro, a partir de comparaciones históricas que reflejen tendencias largas, hechos históricos estructurales, profundos? Es decir, observar la tendencia, la densidad histórica que va marcando huellas culturales en nuestra sociedad. Un primer abordaje es determinar si el número absoluto de pobres declina o aumenta. Puesto de otra manera, preguntarnos si la sociedad argentina está siendo más decente, o mejor, en el transcurso del tiempo; o más bien lo contrario. La cuestión es ¿podemos decir progreso o debemos reconocer decadencia? El de decadencia es un concepto que adquiere sentido a partir de la existencia de un tiempo anterior de progreso. Vamos al punto. En 1974 el número de pobres en la Argentina era 1 millón de personas. El 5 por ciento de la población. Era la cuenta que hacía el INDEC cuando no había discrepancias acerca de sus métodos, sistemas y cálculos. Todos los especialistas, la política, el mundo de los negocios, reconocían los números del INDEC como las estimaciones más aproximadas de la realidad. No había otras. En aquél entonces la tarea de los consultores era pronosticar cuáles serían los números que luego habría de determinar estadísticamente el INDEC. Dicho esto para validar que 1 millón y 5 por ciento de la población en 1974 es un punto de partida de consenso. ¿Qué pasó desde entonces hasta ahora? Para la respuesta vamos a dejar de lado los meritorios esfuerzos y resultados positivos, en términos de reducción de la pobreza, en distintos años dentro del período que va desde 1974 hasta hoy; y también los períodos en que los números reflejaron aumento de la pobreza. Dejamos de lado lo que ocurrió al interior del período largo. Vamos a tirar una línea recta entre el número de 1974 y los números de hoy. Más arriba, con los porcentajes de pobreza que cada una de las fuentes han estimado, determinamos el número de personas bajo la línea de pobreza implícito en cada estimación. Partiendo del millón de 1974 a la fecha hasta la estimación de los días que corren, podemos determinar la tasa de crecimiento anual acumulativa de cada estimación de pobreza del presente en relación a 35 años atrás. Para el INDEC la pobreza habría crecido al 5,3 por ciento anual; para Néstor Kirchner al 6,1 por ciento anual, para el oficialista Artemio López, el independiente Ernesto Kritz y Claudio Lozano de la CTA , al 7,4; y para los investigadores de la UCA al 8,2 por ciento acumulativo anual. El número de pobres se duplicó cada 14 años según INDEC; cada 12 años según Kirchner; cada 10 según Equis y SEL y cada 9 años según la UCA. La conclusión requiere recordar que la tasa anual acumulativa a la que crece toda la población argentina es de aproximadamente al 1,1 por ciento. A esa tasa la población se duplica aproximadamente cada 60 años. El número de pobres en la población crece más que el conjunto de la población; y la tendencia es que se duplica varias veces en el tiempo en que la población se duplica. Entonces la Argentina en estos 35 años se ha convertido en una fábrica de pobres. Eso es un escándalo que denuncia a la marcha de la economía y la política. ¿No hemos sabido, no hemos querido, no hemos podido reducir el número de personas pobres que había hace 35 años? Eso sí, los hemos multiplicado. Esa es la razón del malestar y la insatisfacción de los argentinos. Nadie progresa, en sentido humanista, en una sociedad que no lo hace. La campaña de Cáritas es “Más por menos” es un llamado a la solidaridad. Y está muy bien. Pero también es un llamado a la reflexión de la gravedad del problema, que no es de ahora, y de la necesidad de hacer una sociedad que sea la fábrica de hombres sin carencias. El desarrollo de todos los hombres y de todo el hombre. Esa es la misión de la política y de la economía. Para hacerlo la disciplina económica, el ejercicio de la política, requieren de un Plan. Un plan es ética en acción. El poeta, sacerdote, Ernesto Cardenal cantaba “la economía del futuro/será hacer la vida más hermosa”. Sin duda que hoy es posible aquello que fue realidad hace 35 años. Disponemos de muchísimos más medios para salir de la decadencia. Tenemos que recuperar la voluntad de progreso.
*Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires

lunes, 24 de agosto de 2009

"OPORTUNIDADES Y OBSTACULOS PARA EL DESARROLLO DE ARGENTINA. LECCIONES DE LA POST-CONVERTIBILIDAD

es la temática que han elegido para el primer congreso de AEDA ( asociación de economia para el desarrollo de la Argentina.)
Interesante congreso se esta desarrollando en estos momentos en el centro cultural Caras y Caretas de Buenos aires, el mismo finalizara el día de mañana con la presencia destacada del economista Ha Joon Chang .
Tambien en el panel del dia de hoy a la mañana , estuvieron Enrique martinez, presidente del INTI, Bernardo Kosacoff (CEPAL), y Fernando Porta (REDES) coincidieron en que se deben aplicar políticas para generalizar el consumo. Pidieron mayor protagonismo del Estado. Y hablaron de “profundizar el modelo”.
Por la tarde se contó con la presencia en el panel “régimen macroeconómico y crecimiento sustentable, los economistas Eduardo Curia, Roberto Frenkel (CEDES) y Roberto feletti (secretario de Política Económica)
para mañana se contará con la presencia , entre otros, de Aldo ferrer y Mercedes Marcó del pont, en el panel MODELO ECONÓMICO Y DESAFÍOS PARA UNA FASE DE DESARROLLO A MEDIANO Y LARGO PLAZO.
AEDA surge como un proyecto generacional de un grupo de profesionales jóvenes que considera necesario fortalecer un modelo económico productivo como así también articular un nuevo pensamiento, que dé a luz renovadas ideas y perspectivas, a fin de conformar una agenda de largo plazo para avanzar en un cambio estructural. El objetivo: la consolidación de una sociedad incluyente y un sendero de industrialización.

Donde se pretende dar la discusión de ideas para desnaturalizar los principios que sustentaron las políticas económicas que llevaron a nuestro país por un sendero de exclusión social, desindustrialización y desempleo.


Ha-Joon Chang (nacido en Corea del Sur en 1963) es uno de los economistas heterodoxos más destacados del mundo, especializado en la economía del desarrollo. Chang es uno de los economistas más citados en la literatura de la economía del desarrollo, especialmente en artículos y libros que son críticos del neoliberalismo.
Instruido en la Universidad de Cambridge, donde actualmente trabaja como conferencista, Chang es el autor de varios influyentes libros, entre ellos "Retirar la escalera". También ha sido consultor del Banco Mundial y del Banco Europeo de Inversiones así como de Oxfam y varias agencias de Naciones Unidas. Es miembro del Center for Economic and Policy Research de Washington D.C. También es conocido como inspirador de las ideas económicas del actual presidente del Ecuador, Rafael Correa.

Antecedentes :Mientras estudiaba con Robert Rowthorn, un distinguido economista marxista Británico,[5] Chang elaboró una teoría sobre la política industrial, una "vía media" entre la planificación central y el libre mercado sin controles. Este trabajo llevó a la elaboración de una aproximación más amplia a la economía, la que Chang llama una "política económica institucionalista". Esta perspectiva ubica a la historia económica y los factores socio-políticos como el eje de la evolución de las prácticas económicas.

Pensamiento: Su línea de pensamiento se acerca a la corriente neokeynesiana, que defiende la intervención del Estado en la economía, en calidad de regulador, con el fin de corregir las distorsiones del mercado.
En una entrevista afirmó que el Estado "debe regular, sobre todo en países en desarrollo, porque hay sectores estratégicos en los cuales el sector privado no quiere intervenir por el riesgo. Como regla general, diría que el Gobierno y la empresa privada pueden trabajar conjuntamente, pero la regulación es básica, porque los mercados no pueden autorregularse" y agregó, respecto a la relación entre el Estado y los empresarios, que "lo óptimo es que sean aliados, que se comprendan mutuamente y que tengan la capacidad de trabajar en conjunto".

Cuando se lo consultó sobre el recelo que causa la intervención activa del Estado en la economía, teniendo en cuenta que se ha encontrado evidencias de corrupción en varios gobiernos de América Latina, declaró que "ningún Gobierno es totalmente puro, pero marginar al Estado por corrupción es como decir que si una persona se lesiona al jugar al fútbol, entonces nunca más debe jugar".
En su opinión, los subsidios, si son bien utilizados, pueden ser favorables: "Si los subsidios son buenos o malos, depende. En ciertos casos, por ejemplo, los subsidios ayudan a erradicar el trabajo infantil. Además, la pobreza es un serio problema en América Latina, por eso, no veo nada de malo en que se destinen subsidios a servicios básicos de educación y salud. Pero tener demasiados subsidios vuelve difícil el manejo del presupuesto, sobre todo si el Estado no genera ingresos para cubrir esos egresos adicionales". Para Chang lo ideal sería que los más necesitados mejoren su calidad de vida a través de los subsidios y no requieran de ellos en el futuro.

En Retirar la Escalera (ganadora del Premio Gunnar Myrdal de 2003), Chang plantea que la gran mayoría de los países desarrollados usaron políticas económicas intervencionistas para enriquecerse, pero después intentaron prohibir que otros países hicieran lo mismo. La OMC, el BM y el FMI son fuertemente criticados a causa de dichas acciones que son, según Chang, el obstáculo fundamental en la búsqueda para la reducción de pobreza mundial. Esta obra, entre otras, llevaron a Chang a ganar el Premio Wassily Leontief de 2005 (entre los ganadores del premio de años anteriores constan Amartya Sen y J.K. Galbraith).

Mas información http://www.congresoaeda.com.ar/